¿Qué pasa entonces cuando la mayoría de la información que se da en la comunicación humana habitual no existe? ¿qué tipo de interacción se produce? ¿con qué consecuencias?
La esencia social del ser humano le lleva a relacionarse con los demás. Incluso la propia identidad sólo le será posible encontrarla y desarrollarla en la interacción con los otros.
Internet en su dimensión de mero medio de transmisión de información no requiere que se produzca un mayor conocimiento de los interlocutores pero a poco que se vaya más allá se hacen necesarios más datos.
De nuevo aparecen las diferencias individuales, tanto las características como las preferencias personales determinarán lo que suceda. Cualquier contacto a través de Internet posee una información más allá del contenido concreto: lo que se dice, cómo se dice, cuando se dice, lo que se calla, lo que se pregunta, incluso el lugar o el modo como los interlocutores han llegado a tener ese contacto, etc. se convierte en el marco que da sentido. Pero probablemente la imaginación empezará a funcionar antes que en otro tipo de interacciones, unos preferirán quedarse con sus fantasías, otros optarán por lanzarse y preguntar, algunos tenderán a la desconfianza y otros aprovecharán las circunstancias y expresarán más de lo que comunican en sus relaciones diarias.
¿Los internautas tendemos a reproducir nuestras formas habituales de relación? ¿Es posible utilizar Internet como medio para desarrollar nuestras capacidades? ¿O por el contrario la Red pronuncia y precipita nuestras limitaciones? ¿el que se considera retraído se arriesgará a ir más allá de donde va cotidianamente? ¿el que teme cierto tipo de relaciones se encontrará más seguro en este medio? ¿la poca información será una ventaja o un inconveniente para el que tiende a la desconfianza?
Todas estas cuestiones podrían ser investigadas y conocer así de qué forma y bajo qué condiciones la Red favorece el desarrollo de las capacidades humanas.